Resolvamos
aclarar, que los conceptos más allá del significado aclaratorio, nos sitúan en
un plano cultural, y es ese espectro donde se postulan formas de vida y
convivencia, es decir, la percepción que tienen las personas sobre lo que es y
significa el conflicto, y varía ampliamente según las circunstancias y cultura
donde busquemos significación.
Pensemos
pues, que por ser un hecho cultural, nuestro sentido al afrontar ciertas
situaciones variará de una manera consustancial.
Determinamos
de esta manera, que el conflicto se mueve en ópticas muy diferentes, formando
parte de nuestro ser y forma de relacionarnos, motivado en si, por la misma
condición social.
Y
es esta motivación, como señala Rafael Marcos Aranda en “La negociación y la
mediación en conflictos sociales 2005”, la que despierta las horribles
debilidades humanas, desconfianza, codicia, miedo, levantando sus feas cabezas
a medida que las partes luchan”.
Clases de conflictos.
Distinguimos
así, los conflictos de suma cero, donde solo existen dos posibilidades,
ganar y perder y los conflictos de posibilidades variadas o de suma no cero,
donde convive un espectro más amplio de posibilidades, motivaciones de las partes, que intentarán
ganar a toda costa o por el contrario
buscarán la mejor solución colectiva.
Para profundizar en los conflictos de
posibilidades variadas es pertinente analizarlos desde un modelo de conflicto
muy frecuente en la sociedad actual estudiado por la Teoría de Juegos, Von Neumann y
Morgenstern en "The Theory of Games
Behavior", publicado en 1944.
El Dilema del Prisionero (Prisoner's dilemma):
Dos delincuentes
son detenidos y encerrados en celdas de aislamiento de forma que no pueden comunicarse
entre ellos. El fiscal sospecha que han participado en el robo del banco,
delito cuya pena es diez años de cárcel, pero no tiene pruebas. Promete a cada
uno de ellos que reducirá su condena a la mitad si proporciona las pruebas para
culpar al otro del robo del banco.
¿En qué pueden basar los delincuentes
sus decisiones de cooperación? Al no conocer la decisión del otro, tendrán que
basarse en el conocimiento que tengan de decisiones similares pasadas, o de la
confianza y conocimiento que tenga de que el otro haga lo mismo que él.
Imaginemos dos personas que están movidas por los
mismos intereses. En un momento determinado, se plantea la posibilidad de poder cooperar para mejorar la posición actual.
La cooperación de ambas puede ser
beneficiosa para las dos partes, cuya ventaja podrían ser que puedan aprovechar las ventajas sobre el conocimiento del otro, aumentando
así sus capacidades y competencias en pro de unos objetivos comunes.
El beneficio se
maximizará si estas dos personas son honestas y realmente cooperan, pero si una
de las dos traiciona a la otra para buscar su propio beneficio, ocurrirá
exactamente lo contrario.
Dilema Social.
Un
poco más cercano para la mayoría de nosotros es el “dilema social”, que también
sitúa el deseo de la ganancia individual a corto plazo contra el bien del
colectivo (Hardin, 1968: Samuelson y Messick, 1986). Cada uno de nosotros, como
consumidor, produce cantidades ingentes de desperdicios no degradables,
fundamentalmente plásticos, los ecologistas pintaron en los medios de
comunicación pública el horrible cuadro de miles de millones de toneladas de
plástico obstruyendo nuestros vertederos.
Si
todo el mundo seguía utilizando plástico, el resultado final sería con
seguridad desastroso para el medio ambiente. La comodidad personal del uso del
plástico, estaba repentinamente en conflicto con la suerte de los compañeros
habitantes del mundo. Tras una corta reflexión, se llega a una solución
tremenda: si todos los demás habitantes del mundo prestaran atención al medio
ambiente y dejaran de utilizar plástico, uno podría seguir usándolo.
Ciertamente
los vertederos de basuras del mundo podían absorber los dos kilos diarios de
plástico que uno está utilizando. Pero entonces el lado psicológico y social de
la mente del sufrido consumidor asume el control y el defecto del razonamiento
que se hace patente. Si todos los consumidores adoptan esta línea de
pensamiento, sobreviviríamos a la infancia de nuestros hijos sólo para ser
aniquilados en el futuro, junto con todos los demás, por las montañas de
plásticos que se elevarían como el Fénix fuera de nuestros vertederos de
basuras.
Por
tanto, sería lógico pensar en las bondades humanas, denostadas por lo peor de
nuestra condición, por el beneficio egoísta de una sociedad que solo piensa en ella
y su entorno más cercano, que luchará por alcanzar más cota de poder.
Señala
Alzate (1998), todo conflicto es el resultado de movimientos estratégicos proveídos
de poder, con el único fin de alcanzar resultados positivos en situaciones
competitivas o colaboradoras y, donde las ganancias incluyen aspectos sociales.
Y
es este poder, manifestado en todo lo relacionado con establecer posiciones que
se alzan a favor de los propios intereses, lo que desdibuja la propia
integridad del ser humano, tan poco solidario que dificultan convivencias próximas.
Sherif
(1966) realizó diversos diseños sobre situaciones competitivas entre grupos,
llegando a la conclusión que cuando pone en interacción competitiva a dos
grupos estos elaboran estereotipos negativos respecto a un grupo de otro y
manifestando actitudes positivas hacia el propio grupo.
Es
decir, existe una idea clara de categorización manifiesta al igual que una
necesidad básica de identidad.
Necesidades manifiestas.
Necesidades
sentidas como carencias percibidas. Surgen
cuando existe un impulso imposible de controlar que
lleva a que los esfuerzos individuales se encaminen en cierta dirección.
También se emplea en otras circunstancias para describir la falta de objetos o afectos de índole emocional que
son imprescindibles para subsistir o la carencia de productos nutritivos o de bien primario que provocan hambre o desequilibrio físico
de algún tipo.
Maslow
distingue necesidades:
-
Seguridad
y control (Sentirse protegidos).
-
Fisiológicas
(Alimentos, agua).
-
Amor
y pertenencia (Dar y recibir afecto).
-
Desarrollo
y expansión (Autorrealizarse).
-
Autoestima
y estima hacia los otros.
Maslow cree que el hombre es
un ser cuyas necesidades crecen y cambian a lo largo de toda su vida. A medida que el
hombre satisface sus necesidades básicas o primarias, otras más elevadas como
las secundarias ocupan el predominio de su comportamiento y se vuelven
imprescindibles.
Maslow plantea que el ser humano está constituido y compuesto por un
cuerpo físico, cuerpo sociológico y cuerpo espiritual y que cualquier
repercusión o problema que ocurre en cualquiera de estos cuerpos repercute
automáticamente sobre el resto de los cuerpos de la estructura. Por esto Maslow
propone dentro de su teoría el concepto de jerarquía, para así darle orden a
las necesidades a nivel del cuerpo físico, sociológico y espiritual.
Las necesidades se encuentran organizadas estructuralmente con
distintos grados de poder.
Decide darle un orden de pirámide a su teoría, encontrándose, las
necesidades de sobrevivencia en las partes más bajas, mientras que las de
desarrollo en las partes más altas. La teoría de Maslow plantea que las
necesidades inferiores o primarias (fisiológicas, de seguridad, sociales y
autoestima) son prioritarias y por lo tanto más influyentes e importantes que
las necesidades superiores o secundarias (autorrealizacion; trascendencia).