No daba crédito a lo que me estaba contando. Aquel pequeño hombre
con rostro como el que no tengo porqué decirte otra cosa porque, no tengo nada
que perder, me abría el corazón como rasgándose la entrañas para que toda esa
rabia contenida, esa tristeza manifiesta, quisiera dejar de formar parte de
aquel mecanismo andante que sentía que sus horas de intensa turbulencia habían
llegado donde tenían que llegar.
Una familia corriente, tan corriente que él se encontraba sin empleo
desde hace unos meses, su mujer trabajaba unas cuantas horas limpiando portales
y recientemente cuidaba de la madre de esta porque padecía alzheimer, su hijo
en plena efervescencia adolescente se desentendía un poco de todo, propio de su
edad y su hija con discapacidad intelectual, de un tiempo a esta parte
intentaba llamar la atención de sus padres manifestando “que pasaría si se
clavaba un tenedor en el ojo…”
Una familia corriente…
La familia, al igual que toda estructura social se sustenta sobre
las bases de la estabilidad emocional y el caminar juntos hacia objetivos
concretos que sustentan toda esa variedad cromática que da sentido a su
significado.
Por tanto, pensemos en mediación para familias que a la variedad
de todos sus problemas internos, externos, propios, ajenos, lejanos, cercanos,
que flanquean toda su estructura, añaden la vulnerabilidad de los
participantes, incluida, la más vulnerable de todas…
…discapacidad, capacidades diferentes, personas.
Y qué ironía pensar que cuanto más necesitan apoyo las personas,
más se reducen todas las ayudas que en tiempos de bonanza nos han servido de
punto de apoyo para tanta injustica.